Me complace saludarlas en esta fecha, que ha dejado de ser para las mujeres una efeméride más en el calendario, para convertirse en un acontecimiento que concentra la atención de la opinión pública mundial.
Dondequiera miremos a lo largo y ancho del planeta, las mujeres hoy son noticia, están haciendo Historia, y poco a poco abren espacios de debate para que sus aportes, sus demandas y sus necesidades sean visibilizados.
El camino es largo y hay muchos obstáculos por remover, muchas injusticias que subsanar y grandes arbitrariedades por corregir. Pero ningún cambio cultural es sencillo ni cómodo. Y son precisamente las incomodidades que algunos sectores de las sociedades experimentan, lo que indica que se están sacudiendo viejos anacronismos y parámetros anquilosados que han sojuzgado sueños y reclamos de las mujeres durante siglos.
Igualdad de oportunidades, igual salario por igual tarea, perspectiva de género, inclusión de la diversidad…parecen enunciados a largo plazo. Sin embargo, la firmeza emergente desde distintos movimientos, entre ellos #TimesUp o #MeToo, son hoy un ejemplo para fortalecer la acción de las mujeres en el mundo y conferirles un mayor poder. La concientización es lenta pero la ola feminista es indetenible.
Las mujeres somos la mitad de la población mundial. Y debemos ponernos por encima de las postergaciones centenarias, con firmeza, convicción y grandeza. Mientras redefinimos nuestro espacio en la vida pública y privada, necesitamos incluir a la otra mitad para construir un mundo donde todos, cualquiera sea nuestra cultura y ubicación geográfica, nos sintamos incluidos.
No hay construcción posible de nación ni de mundo con exclusiones. Todos necesitamos de todos. Y todos tenemos aportes valiosos para sumar y trabajar por un entorno mejor.
En el Día de la Mujer nos invito a reflexionar sobre el espacio que deseamos construir en nuestro entorno profesional y laboral en el Tribunal Superior de Justicia de la CABA; de qué modo podemos establecer un puente entre la institución que integramos y la sociedad.
El feminismo implica trabajar también para las generaciones futuras, sin distinción de sexo o identidad sexual. A la par que procura una mejora para nuestro entorno personal y profesional, nuestro hábitat comunitario y social.
Con la mirada puesta en lo que somos capaces de dar, con definiciones claras sobre el espacio que merecemos y el tiempo que nos toca vivir, encontraremos el camino para satisfacer demandas largamente postergadas.
Inés M. Weinberg